Verdadera adoración
por
Rocky Fleming
Día Dos– Silencio
En el pasado cuando trabajaba en el mundo de los negocios, a menudo llegaba a la oración como si fuera otra de las ocupadas tareas que debía completar para luego pasar al siguiente proyecto del día. Incluso ahora en el ministerio de tiempo completo debo observar esta tendencia, porque estoy tan ocupado como siempre "haciendo el trabajo del Señor", como si eso fuera una excusa. No estoy sola en esto. Creo que sabes a qué me refiero, ¿verdad?
Podemos decir que no es cierto, pero la verdad está en nuestra práctica, no en nuestro sistema de creencia. Podemos creer en el poder de la oración, y podemos ser tan reverentes como para cerrar los ojos y decir cosas tales como nuestra oración de memoria a un Dios Todopoderoso, pero ¿En verdad nos preparamos para encontrarnos con Él en verdadera reverencia y respeto? ¿Se nos olvida a Quien nos dirigimos y tenemos claro el privilegio concedido de ir ante un Dios Santo? ¿Te detienes a pensar acerca de esto antes de dirigirte al Rey de Reyes? Me gustaría compartir algunos pensamientos, que me ha ayudado, acerca de cómo el silencio prepara a una persona para la adoración.
Me ayuda a tener un tiempo de quietud delante del Señor para iniciar mi tiempo de oración recordando a Quien me estoy acercando. El silencio es una buena forma de hacer esto, pero honestamente, podemos estar en silencio en palabras y al mismo tiempo tener la mentes y los pensamientos compitiendo con cosas por hacer. Del silencio que les hablo es el dejar a un lado esas cosas que llevamos al tiempo de oración para poder adorar. Adoración a Dios es reconocerle Su majestad y quien es Él.
Muchas veces adoramos a Dios por lo que Él ha hecho en la historia, y por lo que ha hecho o está haciendo en nuestras vidas. Pero descuidamos nuestra adoración a Él, no por quien Él es. Cuando en palabras y pensamientos nos silenciamos, empezamos un proceso de adoración que nos lleva a un lugar donde ocurre la verdadera adoración.
“Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; Ni anduve en grandezas, Ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma.”
Salmos 131:1-2
En mi silencio escucho tu vos Padre.. Amen
ResponderBorrar